El propósito del Nacimiento del Mesías y su encarnación

“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” (Mateo 1:21)

El problema en la sangre humana por el pecado

“Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.” (Levítico 17:11)

Este verso de Levítico nos muestra la importancia que tiene la sangre en la carne (o sea en la vida del hombre). Solo que no nos esta solamente hablando acerca de la sangre física sino de la vida espiritual. Y mas importante porque el Mesías tenia que nacer y derramar la ultima gota de sangre.

También nos deja muy claro que la sangre seria usada como “expiación” (pago) para el alma humana sobre el altar.  Observemos que la biblia usa la sangre en los dos sentidos de la vida física como espiritual. 

Esto nos muestra que al pecar en un sentido espiritual cargamos un virus letal que mata nuestra alma separándola de Dios y contaminando nuestra sangre espiritual. Que en esencia es lo que la biblia nos muestra que la muerte es, la separación del hombre de Dios.

Pablo nos dice en romanos que todos nos hemos contaminado: 

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (Romanos 5:12)

El profeta Ezequiel nos dice que todo el que peca debe morir:

“El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.” (Ezequiel 18:20)

Y sobre todo el propio Dios nos deja de forma clara que la desobediencia es pecado y que el pecado produce la muerte espiritual que a su vez nos lleva a la muerte física observemos: 

“mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2:17)

El plan de solución de Dios

Ej: Historia de reflexión

Imaginemos por algún momento que la humanidad entera tiene un virus letal en la sangre pero no solamente que mata al cuerpo, si no al alma separándola de Dios eternamente. 

Supongamos que usted es Dios y usted sabe que la única manera de curar ese virus es través de una transfusión de sangre limpia. Pero ve un problema no existe nadie con una sangre limpia. La única solución es matar a un inocente cordero quien momentáneamente puede darle vida con la transfusión de su sangre y imponiendo la culpa sobre el. Pero bien sabe usted que la única manera de dar vida sin tener que estar matando animales es pasar de Espíritu a encarnar en una vida física para poder utilizar esa sangre para curar el virus que separa al hombre. Por eso la escritura nos dice:  

“6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Filipenses 2:6-8)

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14)

El plan de encarnación del Dios Hijo

Dios en su infinita sabiduría sabia que la única manera de proporcionar una sangre que pudiera pagar (expiar) el precio del pecado era permitiendo la encarnación del Verbo, el Dios Hijo a fin de que su sangre rescatara a la humanidad de sus pecados través del una sangre pura.

Imagine usted planear el nacimiento de un cordero inocente solo para matarlo y dar vida al pecador. Pagando el precio ajeno que no cometió. 

El nacimiento del Mesías fue exactamente eso un plan divino y una ofrenda de amor que Dios planeo con la finalidad de rescatar lo perdido por el pecado. 

Conclusión:

El nacimiento del Mesías nos muestra el propósito de Dios. Nos demuestra el amor de Dios al enviar a su Hijo para llevar acabo su plan a fin de salvar a la humanidad de sus pecados. Nos enseña su carácter santo, fiel y divino de Dios al cumplir su promesas. Por ejemplo: el nacimiento del Señor Jesus es el cumplimiento de mas de 300 profecías de su venida como el Dios Hijo encarnado. Ademas nos enseña de forma practica la intención de Dios hacia nosotros.  Y sobre todo nos demuestra la mayor ofrenda de amor que alguien pudiera haber realizado por alguien.