¡No son palabras bonitas!
Entre palabras bonitas y reprensiones que nos alertan somos más inclinados a aceptar aquello que nos elogia, aquello que nos levanta o nos anima. ¡Qué bueno que todo fuera así! ¡Infelizmente, no lo es! Las reprensiónes, las palabras que nos alertan son necesarias también. Casi todos hemos dicho alguna vez: “Si hubiese hecho caso, no habría sufrido así,” o “no hubiesé sido así.” ¿No es verdad? A la larga la reprensión oída nos libra de muchos sufrimientos. Lo peor es cuando la reprensión o la alerta es dirigida al cuidado del alma y esta es ignorada.
No se engañe. La vida no acaba cuando el cuerpo muere. Apenas comienza. Cuando la gente muere va directamente al cielo o al infierno inmediatamente.
Hablar del infierno no es un tema agradable. Pero si entrañable por quienes ya no tienen la oportunidad de oír y poder decidir bien para quienes ya están allá. Pues les hubiera gustado haber sido más alertados y haber escuchado. Pero trágicamente son ahora más fervorosos en el infierno en sus oraciones y ruegos por misericordia, la cual es demasiado tarde de alcanzar. Quienes piden misericordia en esta vida son los que van al cielo. ¡Después es demasiado tarde! Lo peor qué en el infierno se mantienen todos los sentidos, podrá tocar, sentir, oler, oír y ver. Su memoria no será borrada, que bueno fuera…pero mientras tienes vida Dios te deja escoger como quieres que el trate con el pecado, ya que él sabe una forma para evitar el fuego del infierno: Por la sangre de Jesús, pero al escoger tú otra manera, esta te conducira al fuego del infierno. ¡Tú escoges, mientras hay vida! El te aconseja: “Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia,..” (Deuteronomio 30:19)